17 de diciembre de 2008

Edición Nº21


Carta de lectores

Queridos lectores, nuevamente nos llega una carta a la redacción, la recibimos de un grupo llamado "Los amigos del Stencil" y la compartimos con Uds.

Querido Heraldo:
Somos nada más y nada menos que un grupo de personas a las que les gusta pintar las paredes con stencil y tomar birra, en lo posible bien fría. Te dejamos acá un escrito en el que intentamos transmitir nuestro entusiasmo y ganas de cambiarle la cabeza a la gente. El diario está muy bueno, espero que sigan así y publiquen más seguido. Un abrazo!

Hacia una defesa del stencil en la última ruptura posmoderna



Nos embarcamos hacia una defensa de la pintura veloz y plena que irrumpe súbitamente en pared cualquiera o lugar similar.
Es ahí en ese punto, donde el aerosol o la brocha se expresan de manera particular como lo hacen ante el stencil.
Señora, señor, ¿no desea usted que la expresión artística se imprima en las paredes de su ciudad? ¿no quiere que la gente se desborde en las calles hacia el advenimiento de una nueva realidad, de la epopeya del stencil?.
Si realmente no lo quiere, me complazco en decirle que no conoce las implicancias de dicho acto y que aunque no lo desee, le vamos a pintar su casa igual.
Es la placa ranurada que afirma la figuración, aquella que ha de sacar lo mejor de un aerosol y de su conciudadano que en este momento imagina un motivo para salir a pintarle.
Con todo esto y con la intención de practicar una pintura accesible a todos, pluralista y de consenso, es como arribamos a los principios de esta poshistoria salvaje en que la alución es a una imágen y no a una palabra.
Gastadas estas últimas en gestas de antigua data, el logos se abre paso al summum de la cotideaneidad de la mano de la iconoclásta y liberada sociedad del stencil.
¿Nena, estas de novia o te dejaron? ¿señor se le pinchó la rueda del auto o está sin trabajo? ¿señora, se le pasan los capeletini o está peleada con la nuera?
¿Porque no agarra una lata y se expresa?.
Hagalo, que mierda!
Salgamos todos a pintar, pintemos la Casa Rosada, la casa del perro, el cesped del vecino, al vecino ¿porque no?, ¿la mesa del bar le gusta más?. Pintemos y seamos, seamos y pintemos, pues solo en la imágen será quizá donde recobremos la palabra, aquel significante obturado en este raro devenir. Hagamos del acto una imágen y luego de éste una palabra, una que reunifique y signifique el momento. Que sea el stencil una herramienta de liberación y que no nos rompan más las bolas.


Firmado: Los amigos del stencil

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