16 de octubre de 2010

Edición N° 46


Cartas de Lectores:Martín Rizzo nos envía un escrito, es el siguiente y esperamos les guste... o no... que se yo...

(La Redacción)


A propósito del garrón
Miedo y lenguaje

Cuando el garrón se manifiesta, ¿qué garrón, no?
Qué barbaridad, acontece algo inesperado y de repente... uh! garrón!
Es el precio de estar vivo... ¿a quién le estamos pagando, y por qué?
La realidad es dinámica, y así como el garrón se presenta, también lo hace la sorpresa de la cual no estábamos expectantes. Quizá el tema sea entonces algo ligado a las expectativas.
Deseamos algo y aún cuando lo sepamos nombrar, habrá siempre gente que no lo entienda y ponga palos a la rueda de nuestro progreso, no necesariamente con mala fe. ¿Desde donde lo hace entonces? supongo que desde un desconocimiento, y esto se me asimila mucho a un miedo. Cuando hay muchas normas que cumplir hay también miedo... por que algo de nosotros sabe que no puede ser subsumido en esa norma.
Por ejemplo:
Lo verde... ¿qué es? ¿las hojas? ¿pero... son todas iguales?
Mi remera es verde pero no es la camiseta de Ferro, que también es verde...
El lenguaje nos engaña dijo Nietzsche, es una ley, y como toda ley, incompleta para siempre.
Es ley el Otro al que nos subsumimos, intentamos completarlo, nos pondrá en falta de no hacerlo. Obedecer en contra del propio deseo sería dejarse a uno de lado, y si no es uno es Otro, a eso llamamos alienación, a ser otro para uno mismo, o bien a darse un Otro para uno mismo. Hacemos consistir al Otro, lo creamos, le damos del libreto de lo que tiene que decirnos para martillarnos la cabeza.
¿Será que en nuestra condición de energúmenos del rebaño gozamos de ese modo?
Ah! sí!... que disfrute deleitoso el de pertenecer a la segura masa de lo uniforme. Para nuestro ser social el lenguaje es lo mejor que nos pudo pasar, claro... así nos entendemos! Otra lástima...
otro error más... al final no nos entendemos... creemos que es así, pero cada uno da a cada significante el significado que puede darle, pues cada uno es distinto del resto, incluso distinto a lo que cree ser cada uno para sí mismo.
Entonces compartimos todos una gran ilusión, nos unimos en torno a una mentira... cuanto me hace recordar esto al religarse del que nos hablan los religiosos, juntémonos a creer!, nos dicen, creer en algo... y ahí aparecería todo eso que no puede ser dicho.
Pero como no puede ser dicho nos obstinamos en nombrarlo de algún modo... Dios, más allá, más acá... un poco más al costado... y claro... pica... pero nadie da en el blanco.
Ah! dirán nuevamente nuestros amigos... si no es de este mundo debe estar en algún otro, creamos en un mundo más allá de este! Y es así que retornan a lo mismo.
En realidad no hay que subir ninguna escalera, ni irse a algún otro planeta, ni morir, ni nada de eso. En
realidad... ahí está la cosa... en soportar lo que la realidad tiene de tan real que escapa a esa mentira del lenguaje.
La ironía para soportar lo real, el humor, la risa puede desmantelar muchas cosas. Es tratar de ver el lado positivo, y es más que eso, es la sorpresa, y eso solo se logra estando vivo, en este mundo, y no en otro.

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